Betty era una viejecita alegre que siempre estaba bastante contenta con su vida…
pero últimamente había empezado a tener un pequeño problema.
Un día fue al médico y le dijo:
Tengo este problema de gases, pero no me molesta demasiado. Mis pedos nunca huelen mal y siempre son silenciosos.
El médico le contestó: “¿Es eso cierto?
Betty continúa: “Sí, de hecho me he tirado pedos al menos 20 veces desde que estoy aquí en su consulta.
Usted no sabía que me tiraba pedos, porque no se sienten y son silenciosos.
El doctor dice: Ya veo. Tome estas pastillas y vuelva a verme la semana que viene.
Betty se fue a casa y se tomó las pastillas como le habían recetado, y de repente empezó a notar grandes cambios en su vida cotidiana.
A la semana siguiente, volvió al médico.
“Doctor”, le dice, “no sé qué me ha dado, pero ahora mis pedos… aunque siguen siendo tranquilos… apestan terriblemente”.
El médico asiente y dice:
¡Bien! Ahora que hemos limpiado tus senos nasales, vamos a trabajar en tu oído.