Un hombre lleva a su mujer embarazada al hospital.
El médico la examinó y les dijo que el parto sería bastante difícil.
Sugirió a la pareja que probaran un procedimiento experimental.
La mujer sería conectada a una máquina que transferiría parte del dolor al padre del bebé, reduciendo así el suyo.
El hombre aceptó rápidamente. Sin embargo, el médico le advirtió de que había un pequeño problema con la máquina que hacía que el dolor enviado al padre se multiplicara por diez,
y que si el dolor era demasiado intenso, debía avisar al médico.
El médico encendió la máquina y miró al hombre.
El hombre dijo que se sentía muy bien y que podía aguantar más.
El médico giró el dial al 40, 60, 80 y, por último, al 100% del dolor, multiplicado por diez.
La mujer dio a luz sin dolor y el médico miró al hombre,
asombrado de que ni siquiera se inmutara ante tanto dolor.
La pareja llevó al recién nacido a casa. Allí, en el umbral de la puerta, el cartero yacía muerto.