Morris ha muerto. Su abogado se pone delante de la familia y lee la última voluntad y testamento de Morris.
“A mi querida esposa Esther, le dejo la casa, 150 acres de tierra y un millón de dólares.
A mi hijo Barry, le dejo mi gran Lexus y el nuevo Jaguar.
A mi hija Shirley, le dejo mi yate y 250.000 dólares.
Y a mi cuñado Aaron, que siempre insistió en que la salud era mejor que la riqueza, le dejo mi cinta de correr.