Cuando un cliente dejó su teléfono móvil en mi tienda,
me desplacé por sus números registrados, me detuve en “Mamá” y pulsé “Enviar”.
Su madre contestó y le conté lo sucedido.
“No te preocupes”, me dijo, “yo me encargo”.
Unos minutos después, sonó el móvil. Era “mamá”.
“Martin”, me dijo, “te has dejado el móvil en el supermercado”.