Unos meses después del divorcio de sus padres
el pequeño Johnny entró en el dormitorio de su madre y la vio frotándose el cuerpo y gimiendo: “¡Necesito un hombre, necesito un hombre!
Necesito un hombre, necesito un hombre”.
Durante los dos meses siguientes, la vio hacer esto varias veces.
Un día, cuando volvía del colegio, la oyó gemir.
Al entrar en su habitación, vio a un hombre encima de ella.
El pequeño Johnny corrió a su habitación, se desnudó y se tiró en su cama,
se tiró en su cama, empezó a acariciarla y a gemir,
“¡Ohh, necesito una bici! Necesito una bici