Una mujer confía sus frustraciones a una querida amiga:
“Sabes, las cosas no van tan mal con mi marido, pero nunca quiere hacer nada y, sobre todo, ya casi no me mira.
Piensa que cuando llego a casa por la noche, lo único que me dice es: ‘Ah, ¿qué hay de bueno esta noche?
“Carla, los hombres son todos un poco iguales, infantiles y previsibles, y a decir verdad….
yo tuve el mismo problema, pero conseguí solucionarlo de una forma muy sencilla…” “¿En serio? ¿Cómo lo hiciste?
?”
Te aconsejo que te compres un traje negro un poco “agresivo” y una máscara negra.
Abres la puerta vestido así y…. El efecto está garantizado. A mí me funcionó”.
“Así que voy a probarlo, ¡no me cuesta nada!
Al cabo de una semana, las dos amigas se reunieron para tomar un café y Giovanna le preguntó a Carla: “¿Cómo te ha ido?
“¿Cómo te ha ido?”
Y Carla: “¿De verdad quieres saberlo? Bueno… volvió, abrí la puerta y me dijo: “A’ Zorro, che se magna ce soir?