James se jubiló de la banca como alto directivo.
Tiene un buen paquete de jubilación.
Depositó unos 5 millones en fondos de inversión y fondos de deuda.
Él mismo guardó 5 millones en la cuenta SB, porque su pensión era suficiente para él y su mujer.
Incluyó el nombre de su mujer en la cuenta de ahorro y le enseñó la banca electrónica y la importancia de la OTP…..
Le dijo que no divulgara la OTP a nadie.
Una noche, James volvió de dar un paseo.
“Olvidé coger el móvil… Por cierto, ¿algo importante? preguntó.
Su mujer respondió: “Han llamado del banco”.
James se quedó helado.
“¿De la Fiscalía?”. Preguntó en tono sorprendido.
‘Eres listo’, dijo mi mujer. Por supuesto que querían que compartiera la
OTP porque querían convertir nuestra cuenta de categoría Plata a Diamante con más beneficios.
¿Recibiste una OTP? ¿La compartiste?
“Por supuesto… cuando son los del banco los que llaman, ¿cómo voy a negarme?”.
James se desplomó en el sofá. Inmediatamente cogió el portátil y se conectó a su cuenta bancaria,
con el corazón acelerado como un motor a reacción, murmurando “idiota”… 5 millones desaparecidos.
Pero le sorprendió gratamente ver que no sólo los 5 millones estaban a salvo, sino que además se le habían añadido los intereses del SB.
“¿Has repartido correctamente el PEP?”, preguntó a la mujer…..
“Sí. Pero la gente del banco me dijo repetidamente que no era correcto y me pidió que lo comprobara de nuevo. Me mantuve firme.
“¿Cuál es la Fiscalía?”.
“Era el 2404. Como se trata de una cuenta conjunta, sólo “compartí” mi mitad de la Fiscalía…. que es 1202″.